sábado, 4 de enero de 2014

..”Todos tenemos adicciones. No hay un ser humano que no tenga alguna adicción. Puede ser al control, a tener la razón, al trabajo, a la TV, a los dulces, a la comida en general, al romance, al sexo, al alcohol, a los cigarrillos, a sustancias químicas que muchas veces producen una modificación en nuestro comportamiento y una total desconexión de nosotros mismos, etc.

Cuando hablamos de dependencia, en realidad nos referimos al comportamiento adictivo, algo sin lo cual sentimos que no podemos vivir. Es lo que nos parece que vale más que nosotros mismos, ese gancho que nos ata a la sustancia, a la relación, a lo que sea que nuestra obsesión se apegue, aquello sobre lo cual proyectamos nuestra necesidad y sentimos que no podemos vivir sin satisfacerla.

Es, a la vez, la fuente de nuestra destrucción, la que en realidad no nos deja sentir la verdadera raíz de nuestro sufrimiento: el no valorarnos a nosotros mismos.
Cuando finalmente expandimos el amor en este espacio y somos incondicionales con el cultivo de nuestra paz interior, podemos ver lo fácil que resulta el ir soltando las adicciones de cualquier tipo. Es, en realidad, llevar la mirada hacia adentro, no temerle, pues lo que vamos a encontrar será infinitamente mejor.

Las adicciones son, en cierta medida, una forma de apego, a través del cual encontramos alivio momentáneo a ese sufrimiento interno causado en realidad por nuestra necesidad de recibir aprobación externa y por el profundo miedo al abandono que tratamos de no sentir.

Cuando te veas obsesionado con algo, es el momento ideal para parar y pensar: ¿Dónde es que no me estoy amando? Luego conéctate internamente; si no sabes cómo hacerlo, te invito a descubrir algún método o práctica que te brinde las herramientas para poder ir al encuentro de ese lugar de vacío. Ese vacío se puede transformar en un espacio para llenar de amor por ti: el comienzo de un maravilloso romance contigo mismo”.

- isha

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